La presión arterial normal para un adulto generalmente se considera cuando la presión sistólica (la máxima) es igual o menor a 120 mmHg y la presión diastólica (la mínima) es igual o menor a 80 mmHg, expresado como 120/80 mmHg. Estos valores varían un poco según la edad, pero para la mayoría de adultos esa es la referencia estándar. Cuando la presión sistólica está entre 120 y 129 y la diastólica menor a 80, se considera presión elevada o prehipertensión. La hipertensión se diagnostica a partir de 130/80 mmHg o más en adelante, y puede tener diferentes grados de severidad. La presión arterial representa la fuerza con que la sangre empuja las paredes de las arterias y varía durante el día y con la actividad. Mantener la presión arterial en valores normales es crucial para prevenir enfermedades cardiovasculares, como infartos o accidentes cerebrovasculares. Por eso, es recomendable medirla regularmente y consultar al médico si los valores son altos o se mantienen elevados en el tiempo. Estos niveles normales pueden ser ajustados en personas con ciertas condiciones médicas, siempre con supervisión profesional.