Los principales grupos humanos que se encontraban en el occidente de México a la llegada de los españoles fueron los tarascos o michoacanos, que formaban el poderoso Imperio Tarasco con capital en Tzintzuntzan, así como otros grupos como los tecuexes, otomíes, nahuas, tepehuanes, coras y wixárikas. El Imperio Tarasco abarcaba Michoacán, Colima y sur de Jalisco, tenía una población alrededor de un millón de habitantes y mantuvo constantes conflictos con el Imperio Mexica en su frontera oriental. Además, en la región había una mezcla de culturas que compartían elementos culturales y su territorio incluía los actuales estados de Sinaloa, Jalisco, Nayarit, Colima, Michoacán y zonas limítrofes con Guerrero, Guanajuato, Durango y Zacatecas. Estos grupos tenían complejas tradiciones funerarias, tecnologías metalúrgicas y mantenían redes de intercambio cultural y comercial con otras regiones de Mesoamérica y Sudamérica.