La razón principal por la que Francisco Franco renunció a la presidencia del gobierno fue para abrir paso a una transición política que permitiera modernizar el régimen y, en última instancia, facilitar la apertura democrática de España. Aunque Franco buscaba mantenerse en el poder hasta su muerte, reconoció que era necesario ceder el control de la guía política a una autoridad con mayor legitimidad para gestionar los cambios y las reformas requeridas por la realidad social y política del momento. Esta idea culminó con la presión dentro del régimen y con la salida de su entonces primer ministro y sucesores designados, lo que permitió la llegada de figuras como Adolfo Suárez y la puesta en marcha de la Ley para la Reforma Política, que condujo a la transición hacia la democracia.