La "puntilla" en un huevo frito es esa costra crujiente y dorada que se forma en los bordes de la clara cuando el huevo se fríe en aceite bien caliente. Se crea por la reacción del agua del huevo al contacto con el aceite caliente, que hace que la clara burbujee y se tueste ligeramente, quedando crujiente y con un color dorado, mientras la yema permanece líquida o melosa. La puntilla aporta un contraste de textura y sabor muy apreciado en la gastronomía española, especialmente en la cocina andaluza. Para conseguir la puntilla, es necesario freír el huevo en abundante aceite muy caliente (entre 180 y 200 ºC) y dejar que los bordes se doren sin mover el huevo ni bajar la temperatura del aceite. Esta técnica resalta un sabor y textura particular en el huevo frito que muchos consideran ideal y tradicional.