La función principal del sistema respiratorio es captar oxígeno del aire inhalado y eliminar el dióxido de carbono producido como desecho por el cuerpo. Este proceso, llamado respiración, es vital para la supervivencia y el correcto funcionamiento de las células del organismo. Además de la ventilación pulmonar, que es el intercambio de aire entre el ambiente y los pulmones, el sistema respiratorio también acondiciona el aire (calentándolo, humidificándolo y filtrándolo), facilita la producción de sonidos para el habla, ayuda a regular la temperatura corporal y participa en la defensa contra agentes patógenos inhalados. El intercambio de gases (respiración externa) ocurre en los alvéolos pulmonares, donde el oxígeno pasa a la sangre y el dióxido de carbono se elimina al exhalar. Posteriormente, el oxígeno es transportado por la sangre a los tejidos para la respiración interna, que es el intercambio de gases a nivel celular. En resumen, su función esencial es:
- Suministrar oxígeno a la sangre.
- Eliminar dióxido de carbono del cuerpo.
- Regular temperatura y humedad del aire inhalado.
- Producir sonidos y facilitar el olfato.
- Proteger contra agentes nocivos mediante filtrado.
Estas funciones aseguran la respiración, la producción de energía celular y el mantenimiento del equilibrio interno del cuerpo.
