Los alimentos procesados son aquellos que han sido modificados respecto a su estado natural mediante diversos procesos industriales antes de llegar a la mesa del consumidor. Estos procesos incluyen tratamientos térmicos como la pasteurización, congelación, enlatado, secado, curado, maduración, entre otros, con el objetivo de mejorar su sabor, apariencia, seguridad alimentaria y prolongar su vida útil. Ejemplos comunes son frutas y verduras congeladas, productos enlatados, yogures, quesos, pan, y carnes procesadas. El procesamiento puede ser mínimo, como en verduras listas para consumir, o muy alto, como en galletas, dulces y comidas listas para microondas. Aunque permiten disponer de alimentos fuera de temporada y mejoran su conservación, los alimentos procesados pueden perder nutrientes y en algunos casos incluir aditivos, azúcar o grasas en exceso, lo que puede afectar la salud si se consumen en exceso. Por eso es importante diferenciar entre alimentos procesados que aportan valor nutricional y los ultra procesados, que suelen ser menos recomendables para una dieta saludable.